Hoy he leído un artículo por internet, de hace ya bastantes días, con el cual seguramente muchos papis, mamis, compis, amigos y alumnos nos identifiquemos.
Decía que después de estas semanas encerrados en casa, seguramente todos hemos pasado por una montaña rusa de sentimientos y distintas emociones. Para nuestros alumnos, la alegría de pensar muy a principio, que gracias al estado de cuarentena las vacaciones se habían adelantado. Para los papis, suponía la alegría de estar en familia sanos en casa.
Esto no duraría mucho, porque muy pronto empezó el estrés... Intentar que los niños sigan con las tareas que les han puesto en el colegio, limpiar a fondo la casa para evitar contagios, intentar teletrabajar, pero sobre todo, llegó el sentimiento de culpabilidad por no tener tiempo de jugar tranquilamente con ellos. También empiezan a llegar sentimientos de melancolía por no poder pasar tiempo con seres queridos.
El coronavirus nos ha traído muchos cambios en nuestras vidas, pero también nos ha dado la oportunidad de poder PARAR, "relajar" un poco el ritmo de vida tan frenético y reflexionar sobre lo que verdaderamente es lo importante para cada uno de nosotros. Seguro que nos hemos dado cuenta de que lo que nos hace felices está más cerca de lo que pensábamos. Es ahora cuando echamos de menos esas cosas normales que antes no les dábamos importancia: un abrazo, una comida familiar o una cena con amigos. Es importante que aprendamos a estar alegres con esas pequeñas cosas que son realmente muy grandes, viendo el lado positivo que tiene cada día.
Tenemos que aprender de esta experiencia y ser conscientes de todas las emociones que estamos sintiendo.
Ahora os propongo a hacer un EMOCIÓMETRO que tiene relación con el cuento del "Monstruo de colores" que ya os presenté hace un par de días.
En el siguiente documento os dejo las instrucciones para elaborarlo.
